martes, enero 26, 2010

A G O R A F O B I A.

Se llama así el temor patológico a los espacios abiertos o, en forma más general, a los lugares donde no se puede recibir ayuda.

La agorafobia se vincula también al temor a los ataques de pánico, es decir, se trata de una especie de "miedo al miedo".

Entre los griegos, el lugar abierto por excelencia era el ágora, la plaza pública donde se reunía la asamblea del pueblo, la ekklesia.

Ágora provenía del indoeuropeo ger-l, que también dio lugar a voces como alegoría, categoría y panegírico.

En agorafobia, ágora aparece unida a -fobia, del griego phobos "miedo".

La raíz indoeuropea estaba vinculada a la forma gre-g- de la que surgió el vocablo latín grex "rebaño".

(La Palabra del Día)

martes, enero 19, 2010

SISMO, SEÍSMO, TERREMOTO.

Sismo, seísmo y terremoto son tres sinónimos perfectamente intercambiables que se aplican a los movimientos telúricos causados por el desplazamiento de placas tectónicas en el interior del planeta.

Los dos primeros provienen del griego seismos (agitación, sacudida) y el tercero, del latín terraemotus, formada por terrae (tierra) y motus (movimiento).

Sismo y seísmo fueron incorporadas en 1947 al diccionario de la Academia, aunque ya habían aparecido en 1918 en el de Rodríguez Navas, tras haber llegado a nuestra lengua desde el francés séisme, empleado desde la segunda mitad del siglo XIX.

Terremoto, en cambio, que aparecía en diccionarios castellanos desde 1505, a veces bajo la forma tremoto, es la palabra que realmente se emplea en el uso corriente, con excepción de la prensa y los textos de geólogos.

Y no olvidemos la expresión sinónima "temblor de tierra", registrada en todos los diccionarios castellanos, que heredamos directamente del latín "tremor terrae", ya empleada por Plinio con su denotación actual.

(La Palabra del Día)

viernes, enero 15, 2010

EL TERREMOTO DE HAITÍ.

PARA TODOS MIS AMIGOS(AS) BLOGUEROS(AS) :

José Antonio Cabrera Ramírez dijo...

No existen calificativos para poder definir con palabras el desastre natural de Haití.

Una sola imagen por los medios de comunicación vale más que mil palabras.

Realmente uno se siente muy pequeño frente a estos acontecimientos extremos y comprueba lo que es importante en esta vida.

Creo que no es el momento de hablar sino de actuar y lo podemos hacer de mil forma distintas, fundamentalmente aportando economicamente nuestro pequeño grano de arena en la medida de nuestras posibilidades.

Existen ONG dedicadas a ello como médicos del mundo u otras tantas igual de válidas.
Es hora de actuar y de ello depende la vida de miles de seres humanos.

Por favor pasadlo a vuestros blogs y que este mundo de la blogsfera se solidarice con Haití.

enero 15, 2010

martes, enero 12, 2010

A D E F E S I O.

Adefesio se deriva de la antigua locución adverbial ad Efesios, que proviene, a su vez, de las palabras latinas ad Ephesios, "a los habitantes de Éfeso", nombre de una epístola de san Pablo en la que se aludía a las penalidades sufridas por el santo durante su peregrinación a esa ciudad del Asia Menor.

Durante el tiempo que permaneció en Éfeso, san Pablo corrió serios peligros y en una ocasión estuvo a punto de ser asesinado por el populacho, incitado por mercaderes que vivían del culto a Diana Artemisa.

El Diccionario histórico de la Real Academia se hizo eco de una leyenda etimológica: un sacerdote iba a leer una de las epístolas a los corintios, pero tomó, por error, la que san Pablo había dirigido a los efesios.

Según esta creencia, hoy descartada, ésa es la razón por la cual las afirmaciones equivocadas se llaman adefesios.

(La Palabra del Día)

domingo, enero 03, 2010

C A L V O.

Los latinos empleaban el adjetivo calvus, -a, -um para calificar a los hombres que habían perdido el pelo de la cabeza.

La palabra pasó al francés como chauve, pero el sustantivo correspondiente se mantuvo en esa lengua más fiel al latín: calvitie.

El adjetivo obtuvo su mayor fama en el siglo IX, en el reinado de Carlos II de Francia, hijo de Luis el Piadoso conocido en castellano com Carlos el Calvo (en francés, Charles le Chauve).

El nombre de la religión calvinista tiene el mismo origen, puesto que se forma a partir de la latinización del nombre del teólogo Jean Chauvin (también Caulvin, 1509.1564), apellido derivado del nombre propio latino Calvinus, que proviene del adjetivo calvus.

Esta palabra latina era muy antigua: los romanos la habían heredado del indoeuropeo klawo-, de donde se derivaron también calavera y calvario.

(La Palabra del Día)